La mayoría de las personas no tenemos una cultura de cómo administrar el dinero. Si tuvimos mucha suerte, tal vez nuestra padre o nuestra madre intentó enseñarnos la importancia de ahorrar o quizá algún profesor nos dio consejos sobre cómo administrar nuestros gastos personales. Pero casi nunca llevamos a la práctica estos principios, por más convencidos que estemos de nuestra necesidad de gastar menos.

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Si quieres administrar bien tu dinero, primero necesitas identificar cuánto tienes disponible mes con mes, y qué tipos de gastos son los que realmente necesitas recortar. Sigue leyendo para descubrir formas de planeación para administrar el dinero y consejos para ahorrar dinero con sencillos cambios en tu rutina diaria.

Pasos

  1. Determina tus ingresos netos al mes. Si no sabes exactamente cuánto dinero ganas, es un mal comienzo. No puedes tener sólo una “idea” de lo que queda en tu salario mensual después de pagar impuestos: necesitas la cantidad exacta, hasta el último centavo. Lo mismo ocurre con todas las otras formas de ingresos: rentas, rendimientos de inversiones, pensiones, subsidios. Si trabajas por honorarios, y la cantidad de trabajo que recibes mes con mes varía un poco, haz un estudio de los últimos doce meses para obtener el promedio exacto de que puedes ganar mensualmente. En tu proyección de ingresos no puedes incluir ningún dinero con el que pienses contar hipotéticamente: si esperas recibir un bono en tu trabajo al final de año, o una comisión por una venta importante, no incluyas esos extras que no son 100% seguros.

    Cómo administrar el dinero

    Foto de David Stanley con licencia CC BY 2.0.

  2. Ahora haz la suma de todos tus egresos. Lo primero que necesitas recolectar son todas las cuentas mensuales que pagas mensualmente: luz eléctrica, agua, teléfono, gas, televisión, renta y cualquier otro gasto fijo que puedas tener. Después necesitas hacer una bitácora detallada de todos tus gastos diarios, durante un mes. La forma infalible es cargar una pequeña libreta contigo y anotar en ella cada moneda que salga de tus bolsillos. Algunas personas prefieren sólo guardar los recibos y comprobantes de todas las cosas que compran durante el día, para ingresar las cantidades gastadas en una hoja de cálculo cuando regresen a casa. Cualquiera de los dos métodos puede funcionar, sólo toma en cuenta que hay gastos (propinas, parquímetros, por ejemplo) por los que no vas a obtener un recibo, y si no los registras de alguna manera puede ser sencillo que los olvides.

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  • Una vez que estés seguro de haber registrado absolutamente todos tus gastos mensuales, sepáralos en categorías. Usa una hoja de cálculo para organizar cada salida de dinero que tuviste durante el mes de acuerdo al tipo de gasto que representó. Las categorías que ya sabes de antemano son las de las cuentas por servicios (electricidad, teléfono, gas), pero habrá muchas que tengas que crear. Asegúrate de que sean lo más precisas posibles: por ejemplo, separa tus gastos de alimentación entre la comida que compras para consumir en casa y las facturas de restaurantes y otros lugares a los que hayas salido a comer. Incluye también una categoría de diversiones, y no dudes en añadir nuevas categorías si vas identificando nuevos gastos.
  1. Compara la administración ideal de tu dinero con la forma en la que realmente lo usas.
  • Después de que al total de tus ingresos le descuentes tus gastos mensuales imprescindibles, no puedes disponer del sobrante para lo que quieras. Conserva un 20% de ese dinero que te sobra como un fondo de emergencia para gastos imprevistos (por ejemplo, si tuvieras que comprar un medicamento costoso, o si tuvieras que reemplazar un neumático de tu automóvil).
  • Del total de tus ingresos, al menos 10% debería quedarse intacto para ir a tu fondo de ahorros (un primer paso es ahorrar, lo que sea, incluso un 5%, pero toma en cuenta que tu meta a largo plazo debería ser dejar un 30% libre mes con mes.
  • Ni siquiera un pequeño porcentaje tu dinero debería estar dedicado a pagar intereses mensuales por deudas. Si tienes balances pendientes en tu tarjeta de crédito, es un gasto que te está impidiendo administrar tu dinero en forma efectiva.
  1. ¿Cumples con algunas de las condiciones ideales? Si no es así, no te preocupes. Hay mucha gente que vive al día, logrando apenas cubrir sus gastos justos mes con mes. También hay personas con problemas financieros aún más grandes, que viven gastando más dinero del que ganan. Si estás en cualquiera de las dos posiciones necesitas hacer ajustes radicales a tu balance de gastos, pero si tienes la determinación de administrar bien tu dinero, puedes lograr tu objetivo problemas.
  • Comienza por identificar todas las categorías de gastos que puedes reducir en tu listado mensual de egresos. Mientras reajustas tu presupuesto mensual necesitarás renunciar a gastos que por ahora no te puedes permitir.
  • Todo lo que hagas fuera de casa y puedas hacerlo dentro de ella representa un gasto innecesario. Eso implica desde comer en restaurantes hasta suscribirte a un gimnasio, y gastos tan aparentemente insignificantes como comprar tu café diario de camino al trabajo. Por ahora, necesitas preparar tu comida en casa, y si necesitas comer en el trabajo, llevar ahí lo que tú mismo preparaste. No te preocupes por cómo se verá eso, muchas personas lo hacen. Si quieres hacer ejercicio, sal a correr por tu colonia. Si quieres café, prepáralo tú mismo. Así de sencillo.
  • Busca divertirte de otra forma. Salir los viernes a un bar con los amigos está muy bien, pero hasta que ajustes tus cuentas, tendrás que decirles que no los vas a acompañar por ahora. Ir al teatro, a conciertos, a eventos deportivos: toda actividad recreativa que implique un gasto está fuera de tu alcance. Pero, ¿hace cuánto que no vuelas una cometa o te vas de día de campo? Sé creativo y encuentra otras formas de pasarla bien en tu tiempo libre, sin gastar lo que el mercado espera que gastes.
  • Si todas tus categorías de gastos están desbordadas, y sabes que estás en un aprieto verdadero en cuestiones financieras, toma medidas radicales. Adopta un nuevo estilo de vida que mejore tu situación personal, no sólo desde el punto de vista económico, sino también físico y psicológico. Por ejemplo, si gastas demasiado en comida, aun preparando todo en casa, probablemente consumes alimentos procesados en exceso. Cambia tu dieta para comer más cosas que puedas conseguir en un mercado local, compra frutas y verduras de temporada para echar en tu cesta sólo los productos más baratos, y reduce tus porciones a las medidas recomendadas. Con esto mejorarás la salud de tu organismo y la de tu billetera. Otro ejemplo: ¿en verdad necesitas la televisión por cable? Es carísima y te quita tiempo para metas personales que nunca tomas en serio, como leer más. Da de baja tu servicio de televisión, y comienza a sacar libros de tu biblioteca más cercana. ¡Es gratis!

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  • Y sobre todo, liquida el saldo de tus tarjetas de crédito y cualquier otra deuda que esté generando intereses en tu contra. Mientras tengas una deuda pendiente deberás destinar directamente a pagarla todo el dinero que hayas conseguido ahorrar reduciendo los gastos en tus categorías no indispensables. Pagar mes con mes los intereses de una deuda significa que tu dinero sólo está rindiendo al 80%, ¡no dejes que el otro 20% se desperdicie! Antes siquiera de pensar en ahorrar, ni de volver a tener gastos en la categoría de diversiones, asegúrate de liquidar tus deudas para despedirte por siempre de los intereses que cada mes se comen una parte importante de tus ingresos en forma totalmente innecesaria.